No más, por favor.
 septiembre 08, 2014 @ 2:41

Vueltas, vueltas y más putas vueltas. ¿Hasta cuando tendré que seguir dando vueltas sin encontrar la salida entre ellas?

Estoy cansada de todo. Creo que eso lo he dicho mucho durante estos meses. Las ganas de no hacer nada, quedarme en casa y llorar cada vez son más fuertes y me están ganando.

Si bien tengo un objetivo claro, el cual es salir de este pozo en el que estoy, cada vez se me hace más dificil llegar al inicio de éste y ser capaz de caminar con mis propios pies sobre mi propia vida.

Estoy cansada de tener que estar luchando constantemente contra todo, sobre todo, contra mi misma. ¿Saben lo dificil que es despertarte, querer seguir durmiendo y no poder porque tienes mucho en la cabeza? ¿Saben lo horrible que es no poder dormir por las noches porque tu cabeza no se calla la boca? ¿Saben lo que es tener la jodida idea de acabar todo de la forma más sencilla y cobarde rondandote todo el día?

Lo odio. Odio todo.

Odio tener toda esta mierda dentro y no saber que cresta hacer con ella. Odio mis recuerdos y experiencias. Odio mis traumas y mi puta forma de ser. Odio tener que ser fuerte por mi mismo, siendo que ya ni siquiera me quedan fuerzas para hacerlo.

Ni siquiera por mi.

No quiero más. Quiero despertar y sentir que todo pasó, que mis problemas ya no están y que todo o solucioné. Pero, para variar, estoy pidiendo imposibles.

He logrado mucho este año, quizás mucho más de lo que algún día esperé pero... estoy cansada de luchar contra mis propios monstruos.

Ya no doy más.

Ya casi no hablo con nadie si no me hablan. Y si respondo, es por cortesía. He cambiado, he cambiado mucho. Mi papá dice que piense más en el resto, y no tanto en mi misma, a lo que yo le respondo, que precisamente pienso más en el resto para no detenerme a pensar en mi.

Es a estas horas en que me pongo a pensar sobre todo. Sobre cada cosa. Sobre cada recuerdo. Sobre cada golpe. Sobre cada palabra. Sobre cada huida. Y duele, duele como el puto infierno.

Duele porque se siente como si fueran pequeñas espinas pinchando cada parte de mi mente. El dolor ya no es ni siquiera algo corporal y, si fuera así, creo que sería mucho más llevadero.

Han pasado un par de meses desde que lo hice por última vez y, desde ese entonces, habían pasado dos años antes. Es molesto tener a aquella vocesita detrás tuyo diciendote que si lo haces todo mejorará, que si lo haces, ya no dolerá más, que si lo haces, el dolor será real. Tengo cicatrices en todas partes, pero son las mentales las que duelen más, porque son en estos momentos cuando aquellas cicatrices se abren nuevamente y vuelven a sangrar como si el mundo se fuera a acabar.

Sé que soy la mejor guardandome las cosas, pero esa ha sido me carta de defensa frente al resto. Que me ría todo el día, no significa que esté feliz por la vida porque, siendo sincera, estoy muy lejos de estarlo. Pero tampoco quiero a alguien a mi lado que me diga que todo estará bien, cuando se de sobra que no lo estará. O quizás si quiero a alguien que me lo diga, pero que me lo diga con convicción y no sólo para subirme el ánimo.

Siento que me falta esa ancla al piso, esa cuerda que me ata a la montaña, esa convicción de saber que todo va a estar bien de verdad.

Para variar, tengo un revoltijo en mi cabeza a estar horas de la madrugada, pero todo se resume a que...

No quiero más, no resisto más, no doy más.

Lo único que quiero, es dejar de llorar.