También me he dado cuenta de que, quizás inconscientemente, estoy buscando casi con desesperación alguien en quién apoyarme porque, siendo sincera, siento que sola no puedo...

Con el paso de los días las ganas de llorar han crecido, las ganas de quedarme en la cama y no salir de casa, también. También se han ido las ganas de entablar conversaciones largas con la gente, ya no me preocupo por el resto, pero tampoco me estoy preocupando por mi misma. Quizás si soy un tanto masoquista dentro de todo.

Siento que tengo tanto guardado para decir, pero siento que no soy capaz de decir nada de nada.

Todo esto de sentirme así partió cuando fui a Serena hace un mes, pero me sorprende que, después de una semana de haber llegado a Viña, siga sintiendome así. Ni siquiera se porque me siento así ni como me estoy sintiendo.

Sólo se que tengo un nudo gigante que va desde mi garganta hasta mi estomago, que los ojos los tengo cristalinos por las inminentes ganas de llorar, que necesito salir y destrozarme la garganta gritando y que no tengo ganas de ni siquiera respirar. Ojo, no de morir. Pero no puedo hacer nada de eso, por no me dan las ganas de hacerlo.

Chao.

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